Entonces el sonido de la jarana retumbó frente a la Catedral. Los colores de las cintas, los voladores que repicaban como campanas y las chispas que iluminaron el cielo, marcaron el arranque de la fiesta popular.
El bastonero Sergio Casanova dio la señal: “Gobernadora del Estado de Yucatán, quiero darle la bienvenida a nombre de los miles y miles de jaraneros que se congregaron en esta plaza. La nombro embajadora de esta vaquería…”.
“Ésta es una gran noche”, decía el animador. Miles de jaraneros de todo el Estado estaban en la plaza. Desde las seis de la tarde empezó a llegar la gente. De Santa Ana vinieron dos mil 778; de Santa Lucía, tres mil 807; de San Juan, dos mil 531 y de Mejorada otros tres mil 497. Un total de 12,613 yucatecos que se sumaron a la fiesta.
Minutos antes, la Gobernadora Ivonne Ortega Pacheco dio como un respiro cuando salió del teatro “José Peón Contreras” y se enfiló sobre la calle 60 para caminar hacia a la plaza principal. Era un hervidero de gente. El calor humano se combinó con el bochorno de la tarde, luego de una discreta lluvia que se precipitó en algunos puntos de la urbe.
“Esta es la vaquería del pueblo”, se escuchó desde varias calles, a través de las bocinas que retumbaban en la Plaza Grande. Los “voladores” marcaron que la Gobernadora estaba en camino. Vestidos con el traje típico, hombres y mujeres, llegaron desde 43 municipios de la entidad.
Los mestizos y mestizas se congregaron en los cuatro parques más cercanos al centro y finalmente, convergieron en el corazón de la vieja ciudad maya de Ichcaanzihó (T'hó). En versiones en maya y traducida en español se explicó esta tradición legendaria de los yucatecos. A las 8:40 de la noche, llegó la Gobernadora a la tarima de la calle 60 con 61.
Las papeletas de colores se prendían sobre el cabello de la Gobernadora. No cabía algún alfiler en todo este derrotero de dos calles. Fueron las dos calles más largas. La gente imprimía fotografías a través del aparato telefónico.
El sonido de la jarana hizo mover el tacón del zapato de la Gobernadora. Los pasos bien aprendidos exhibieron su talento. El terno de hilo contado, los pasos bien entrenados
El bastonero Sergio Casanova dio la señal: “Gobernadora del Estado de Yucatán, quiero darle la bienvenida a nombre de los miles y miles de jaraneros que se congregaron en esta plaza. La nombro embajadora de esta vaquería…”.
“Ésta es una gran noche”, decía el animador. Miles de jaraneros de todo el Estado estaban en la plaza. Desde las seis de la tarde empezó a llegar la gente. De Santa Ana vinieron dos mil 778; de Santa Lucía, tres mil 807; de San Juan, dos mil 531 y de Mejorada otros tres mil 497. Un total de 12,613 yucatecos que se sumaron a la fiesta.
Minutos antes, la Gobernadora Ivonne Ortega Pacheco dio como un respiro cuando salió del teatro “José Peón Contreras” y se enfiló sobre la calle 60 para caminar hacia a la plaza principal. Era un hervidero de gente. El calor humano se combinó con el bochorno de la tarde, luego de una discreta lluvia que se precipitó en algunos puntos de la urbe.
“Esta es la vaquería del pueblo”, se escuchó desde varias calles, a través de las bocinas que retumbaban en la Plaza Grande. Los “voladores” marcaron que la Gobernadora estaba en camino. Vestidos con el traje típico, hombres y mujeres, llegaron desde 43 municipios de la entidad.
Los mestizos y mestizas se congregaron en los cuatro parques más cercanos al centro y finalmente, convergieron en el corazón de la vieja ciudad maya de Ichcaanzihó (T'hó). En versiones en maya y traducida en español se explicó esta tradición legendaria de los yucatecos. A las 8:40 de la noche, llegó la Gobernadora a la tarima de la calle 60 con 61.
Las papeletas de colores se prendían sobre el cabello de la Gobernadora. No cabía algún alfiler en todo este derrotero de dos calles. Fueron las dos calles más largas. La gente imprimía fotografías a través del aparato telefónico.
El sonido de la jarana hizo mover el tacón del zapato de la Gobernadora. Los pasos bien aprendidos exhibieron su talento. El terno de hilo contado, los pasos bien entrenados
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