En una sola, pequeña habitación, hace tres décadas comenzó una obra de caridad que con el paso de los años se ha convertido en una importante labor para la comunidad de Mérida.
Así fue el inicio del albergue “La Divina Providencia”, que en mayo próximo cumple un aniversario más de su fundación y que hoy recibe trabajos de mantenimiento y construcción gestionados por el Gobierno del Estado.
Su fundador, el hermano Alfredo Suaste Brito, relata que originalmente el lugar se concibió como una casa para ancianos desamparados, pero al ver las necesidades de la gente que llegaba en busca de ayuda se cambió a “hogar para ancianos y pobres desamparados”.
A la fecha el albergue atiende a 115 personas adultas en situación de abandono y pobreza, pero su constante crecimiento demanda también mayores apoyos de la comunidad y autoridades para salir adelante.
Son muchas las necesidades de recursos humanos y materiales, y también de servicios básicos. “Gracias a Dios y al apoyo de la gente todo tenemos, pero también todo nos falta”, subraya el hermano Suaste Brito.
Una de las principales carencias está a punto de resolverse, con la construcción de dos fosas sépticas profundas para absorber las aguas negras, lo cual era un problema porque los patios se inundaban con las descargas y se generaba un riesgo sanitario.
“Para nosotros era imposible construir una sola fosa, porque cuesta muchos miles de pesos, pero hoy vemos con alegría que esto es una realidad”, expresó el religioso, quien recibió la visita del secretario de Obras Públicas del Estado, Francisco Torres Rivas.
El funcionario estatal acudió a supervisar el avance de los trabajos que se realizan en el albergue, próximo a cumplir 29 años de su creación, en un terreno de la colonia Maya, comenzando con “un cuartito” y que hoy es un complejo con varias habitaciones, cocina, servicios sanitarios y comedor, además de una pequeña capilla y farmacia gratuita.
Además de la construcción de las dos fosas sépticas, el edificio ha recibido del Gobierno recientes trabajos de pintura, impermeabilización y mantenimiento de todas sus instalaciones eléctricas e hidráulicas, así como la limpieza de sus distintas áreas y terrenos.
“Son cositas tal vez para algunos, que para nosotros son cosas muy grandes”, dice el hermano Suaste ante las múltiples necesidades por las que atraviesan diariamente.
Así fue el inicio del albergue “La Divina Providencia”, que en mayo próximo cumple un aniversario más de su fundación y que hoy recibe trabajos de mantenimiento y construcción gestionados por el Gobierno del Estado.
Su fundador, el hermano Alfredo Suaste Brito, relata que originalmente el lugar se concibió como una casa para ancianos desamparados, pero al ver las necesidades de la gente que llegaba en busca de ayuda se cambió a “hogar para ancianos y pobres desamparados”.
A la fecha el albergue atiende a 115 personas adultas en situación de abandono y pobreza, pero su constante crecimiento demanda también mayores apoyos de la comunidad y autoridades para salir adelante.
Son muchas las necesidades de recursos humanos y materiales, y también de servicios básicos. “Gracias a Dios y al apoyo de la gente todo tenemos, pero también todo nos falta”, subraya el hermano Suaste Brito.
Una de las principales carencias está a punto de resolverse, con la construcción de dos fosas sépticas profundas para absorber las aguas negras, lo cual era un problema porque los patios se inundaban con las descargas y se generaba un riesgo sanitario.
“Para nosotros era imposible construir una sola fosa, porque cuesta muchos miles de pesos, pero hoy vemos con alegría que esto es una realidad”, expresó el religioso, quien recibió la visita del secretario de Obras Públicas del Estado, Francisco Torres Rivas.
El funcionario estatal acudió a supervisar el avance de los trabajos que se realizan en el albergue, próximo a cumplir 29 años de su creación, en un terreno de la colonia Maya, comenzando con “un cuartito” y que hoy es un complejo con varias habitaciones, cocina, servicios sanitarios y comedor, además de una pequeña capilla y farmacia gratuita.
Además de la construcción de las dos fosas sépticas, el edificio ha recibido del Gobierno recientes trabajos de pintura, impermeabilización y mantenimiento de todas sus instalaciones eléctricas e hidráulicas, así como la limpieza de sus distintas áreas y terrenos.
“Son cositas tal vez para algunos, que para nosotros son cosas muy grandes”, dice el hermano Suaste ante las múltiples necesidades por las que atraviesan diariamente.
