domingo, 2 de agosto de 2009

¡GRACIAS, GRACIAS!


Aún pegaba el sol cuando ella descendió de su vehículo. La multitud la rodeó. Es el centro de atención, la figura principal de este encuentro con su gente, de este II Informe Ciudadano. Frente a ella, el legendario teatro “José Peón Contreras”. Es Ivonne Ortega Pacheco, la Gobernadora del Estado.
Estaba ataviada con un terno de hilo contado, que durante ocho meses confeccionó con sus propias manos, como si fueran sueños, doña Rosita Cano Mis, nacida en Teabo. La Gobernadora caminó lentamente. La alegría se notaba en su rostro. Fue recibida por los representantes de los tres Poderes del Estado, por funcionarios de su equipo de trabajo, por gobernadores invitados.
Los aplausos rompieron el silencio. Su aparición fue inesperada. ¡Ivonne, Ivonne! Ingresó por una de las entradas laterales del teatro.
Las luces que iluminaban el escenario dieron un tono adecuado a la ocasión: pozos con brocales de piedra, henequenales y flores que marcaban el derrotero. ¡Vamos, vamos Ivonne!, soltaron algunas personas que la esperaban en las primeras filas del recinto. La Gobernadora estaba ante un colmado teatro que la ovacionó cuando empezó a recorrer las primeras filas. Besó y abrazó a quienes encontró a su paso.
Se acomodó en su asiento. La lluvia de luces se posó sobre ella. Los fotógrafos no cesaban de tomar imágenes. Se cumplieron con las ordenanzas de rigor: el estruendo de la tambora, el paso marcial del abanderado y todos, todos, con el brazo sobre el pecho, al son de la corneta.
Enseguida, de la marcialidad se pasó a la serenidad. Se volvió a sentar. Observó detenidamente el video que se trasmitió a modo de resumen de sus acciones de gobierno más destacadas. Aspectos fundamentales como el ser, el saber y el tener, fueron los ejes rectores de la proyección.
Luego, como si fuera una invitación, las luces se posaron nuevamente sobre ella. Era su turno para hablar, para enviar ese mensaje que había motivado el encuentro de cientos de personas.
“Una larga y profunda reflexión me acompañó por muchas horas. La reflexión de cómo iniciar este mensaje…estas palabras resumen mis sentimientos”, dijo y rompió el silencio que se había extendido en el auditorio.
La palabra clave fue ¡gracias, gracias y más gracias!, que repicó como eco en todo el enorme salón. Gracias, dijo, por la seguridad, por el cariño, por el trabajo, por el amor de los yucatecos. Fue un mensaje interrumpido por los aplausos. Varias veces se quebró su voz, pero aclaró que no es debilidad, sino fortaleza y muestra de sensibilidad.
Más adelante, después de repasar aspectos sobresalientes de este ciclo administrativo, enfatizó: “Se los digo con aplomo. Vamos a renovar y recuperar el empuje de nuestra gente. Lo haremos para que la grandeza que traemos en la sangre, como herederos de los grandes arquitectos mayas, despierte de un largo letargo”.
Enérgica, pidió cerrar las puertas al desánimo. Fue una tarde de mensajes claros, de exhortos, de cifras y de expresiones precisas, así como de recuerdos de su vida, de esa niña que a los 12 años tenía sueños, y que hoy cumplía ante todo un selecto auditorio, integrado por funcionarios locales, gobernadores invitados, delegados de oficinas federales, y miembros de la sociedad organizada. “Les pido que no se rindan, les pido que no pierdan la fe ni la esperanza…lo que más me indigna es la pobreza”.
Una a una, como deshojando una flor, cambiaba las páginas de su discurso. Los de la primera fila asentían con el rostro, daban muestra de aprobación. Los camarógrafos no perdían cada detalle, las cámaras para televisión mantenían sus lentes enfocados hacia ella.
Inició su salida. ¡Gracias, gracias!, siguió repitiendo, al tiempo que saluda y otorgaba besos. Todos la querían felicitar. Desde el primer nivel extendían sus brazos para tocarla. Ella sonreía. Atrás quedó las luces del escenario, los arreglos florales, pero apenas era el inicio de la fiesta popular, de un encuentro de la Gobernadora con el calor de su gente que la esperaba afuera.

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