Hermanas y hermanos, los saludamos con la esperanza de que el adviento de este año haya sido altamente provechoso y que sus corazones estén más que dispuestos para alegrarse con la celebración anual del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, “nuestra paz” (Ef. 2,14).
En el marco de estas celebraciones, no podemos cerrar nuestros ojos ignorando la dolorosa realidad en que viven grandes sectores de población. La Navidad tiene que llevarnos a un compromiso serio y sostenido por mejorar las precarias condiciones en que viven muchísimos hermanos y a combatir sin miramientos todo aquello que ha sembrado incertidumbre, angustia y desesperación en nuestras familias: violencia, inseguridad, desempleo, drogas, alcohol, corrupción, injusticia y la discriminación de algunos grupos.
Es muy triste ver cómo para algunos, la Navidad no es más que una fecha, una celebración a la que Jesús, el protagonista, no es invitado. Las calles y casas se llenan de luces; sin embargo, Aquel que dijo “yo soy la luz del mundo” (Jn. 8,12) está ausente.
Otros, la celebran en grande y de una forma ruidosa pero, al finalizar, todo vuelve a la rutina, como si nada hubiera pasado, se incrementan los conflictos, se recrudece la ansiedad, la tristeza, las preocupaciones, el desaliento, etc.
Una selecta minoría, hace a un lado el individualismo para reavivar el espíritu de solidaridad, realizar acciones concretas para favorecer la paz y promueven iniciativas que tienen por objetivo el bien común.
A este respecto, el Papa Benedicto XVI nos dice: “Desgraciadamente, bajo el empuje del consumismo, la Navidad corre el peligro de perder su significado espiritual para convertirse en una mera ocasión comercial de compras e intercambio de regalos. En verdad, sin embargo, las dificultades, la incertidumbre y la crisis económica que en estos meses viven tantas familias y que toca a la entera humanidad, pueden servir de estímulo para redescubrir el calor de la sencillez, de la amistad y de la solidaridad, valores típicos de la Navidad. Despojado de la costra materialista y consumista, la Navidad puede convertirse en una ocasión para acoger, como regalo personal, el mensaje de esperanza que emana del acontecimiento del nacimiento de Cristo” (Mensaje de Navidad 2008).
Es así, que es distinta una Navidad teniendo en nuestras vidas a Jesús, el Señor de la Navidad; entonces la celebración se convierte en una celebración no solamente de un día, se convierte en una celebración que se proyecta en todo momento y circunstancia y en todos los ámbitos de la vida. Pues, el amor de Cristo es suficiente (Documento de Aparecida, 7)
Dios viene para que toda nuestra vida sea una constante Navidad, donde la paz, la esperanza, el amor y la convicción de un futuro seguro llenen nuestra mente y nuestro corazón para siempre. Solamente tenemos que permitirle a Jesús ser el Señor y salvador de nuestras vidas, de esta manera nuestra alegría no será fugaz y superficial, sino permanente, profunda, auténtica y duradera.
Por eso la Navidad no solo son regalos, tampoco es únicamente fiesta; sino la presencia viva de Jesús que nos invita a reflexionar sobre el valor que tiene Él en nuestra vida. Muy iluminadoras y oportunas son las palabras del Papa Benedicto XVI en su Mensaje para esta Navidad: “es una oportunidad privilegiada para meditar sobre el sentido y el valor de nuestra existencia”. Por otra parte, la Navidad es acordarnos del que está solo, Navidad es dar antes que recibir, Navidad es reconciliación con Dios y los demás, es irradiar esperanza, confianza, amor y paz a los demás.
La Navidad es un acontecimiento que favorece la reconciliación, la unión, la solidaridad; sin lugar a dudas la Navidad le da un toque especial a estos días; y es que en medio de un mundo desilusionado, nos brinda la oportunidad perfecta para motivarnos y encender de nuevo la esperanza de vivir y al mismo tiempo nos brinda la oportunidad perfecta para experimentar la paz que viene de Cristo (Ef 2,14; Rom 1,7).
El Papa León Magno, que vivió a finales del Siglo IV, en una muy interesante reflexión dirigida a toda la Iglesia decía: “Hoy, queridos hermanos, ha nacido nuestro salvador; alegrémonos. No puede haber lugar para la tristeza cuando acaba de nacer la vida, la misma que nos ha quitado el miedo de morir y nos infunde la alegría de la eternidad prometida… por tanto, reconoce cristiano tu dignidad y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas”.
Por último, en esta Navidad tengamos presente a aquel que todo lo dio por amor a nosotros: Jesucristo que es la plenitud de la Revelación de Dios (Rom 16,25), un tesoro incalculable, la “perla preciosa”(Mt 13,45-46), el Verbo de Dios hecho carne (Jn 1, 14), el “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14, 6) de los hombres y mujeres, a quienes abre un destino de plena justicia y felicidad (Jn 10, 10). El es el único Liberador y Salvador que, con su muerte y resurrección, rompió las cadenas opresivas del pecado y la muerte, que revela el amor misericordioso del Padre y la vocación, dignidad y destino de la persona humana (Documento de Aparecida, 6).¡Feliz Navidad! Pbro. Lic. Humberto Tun Balam Pbro. Lorenzo A. Mex Jiménez
En el marco de estas celebraciones, no podemos cerrar nuestros ojos ignorando la dolorosa realidad en que viven grandes sectores de población. La Navidad tiene que llevarnos a un compromiso serio y sostenido por mejorar las precarias condiciones en que viven muchísimos hermanos y a combatir sin miramientos todo aquello que ha sembrado incertidumbre, angustia y desesperación en nuestras familias: violencia, inseguridad, desempleo, drogas, alcohol, corrupción, injusticia y la discriminación de algunos grupos.
Es muy triste ver cómo para algunos, la Navidad no es más que una fecha, una celebración a la que Jesús, el protagonista, no es invitado. Las calles y casas se llenan de luces; sin embargo, Aquel que dijo “yo soy la luz del mundo” (Jn. 8,12) está ausente.
Otros, la celebran en grande y de una forma ruidosa pero, al finalizar, todo vuelve a la rutina, como si nada hubiera pasado, se incrementan los conflictos, se recrudece la ansiedad, la tristeza, las preocupaciones, el desaliento, etc.
Una selecta minoría, hace a un lado el individualismo para reavivar el espíritu de solidaridad, realizar acciones concretas para favorecer la paz y promueven iniciativas que tienen por objetivo el bien común.
A este respecto, el Papa Benedicto XVI nos dice: “Desgraciadamente, bajo el empuje del consumismo, la Navidad corre el peligro de perder su significado espiritual para convertirse en una mera ocasión comercial de compras e intercambio de regalos. En verdad, sin embargo, las dificultades, la incertidumbre y la crisis económica que en estos meses viven tantas familias y que toca a la entera humanidad, pueden servir de estímulo para redescubrir el calor de la sencillez, de la amistad y de la solidaridad, valores típicos de la Navidad. Despojado de la costra materialista y consumista, la Navidad puede convertirse en una ocasión para acoger, como regalo personal, el mensaje de esperanza que emana del acontecimiento del nacimiento de Cristo” (Mensaje de Navidad 2008).
Es así, que es distinta una Navidad teniendo en nuestras vidas a Jesús, el Señor de la Navidad; entonces la celebración se convierte en una celebración no solamente de un día, se convierte en una celebración que se proyecta en todo momento y circunstancia y en todos los ámbitos de la vida. Pues, el amor de Cristo es suficiente (Documento de Aparecida, 7)
Dios viene para que toda nuestra vida sea una constante Navidad, donde la paz, la esperanza, el amor y la convicción de un futuro seguro llenen nuestra mente y nuestro corazón para siempre. Solamente tenemos que permitirle a Jesús ser el Señor y salvador de nuestras vidas, de esta manera nuestra alegría no será fugaz y superficial, sino permanente, profunda, auténtica y duradera.
Por eso la Navidad no solo son regalos, tampoco es únicamente fiesta; sino la presencia viva de Jesús que nos invita a reflexionar sobre el valor que tiene Él en nuestra vida. Muy iluminadoras y oportunas son las palabras del Papa Benedicto XVI en su Mensaje para esta Navidad: “es una oportunidad privilegiada para meditar sobre el sentido y el valor de nuestra existencia”. Por otra parte, la Navidad es acordarnos del que está solo, Navidad es dar antes que recibir, Navidad es reconciliación con Dios y los demás, es irradiar esperanza, confianza, amor y paz a los demás.
La Navidad es un acontecimiento que favorece la reconciliación, la unión, la solidaridad; sin lugar a dudas la Navidad le da un toque especial a estos días; y es que en medio de un mundo desilusionado, nos brinda la oportunidad perfecta para motivarnos y encender de nuevo la esperanza de vivir y al mismo tiempo nos brinda la oportunidad perfecta para experimentar la paz que viene de Cristo (Ef 2,14; Rom 1,7).
El Papa León Magno, que vivió a finales del Siglo IV, en una muy interesante reflexión dirigida a toda la Iglesia decía: “Hoy, queridos hermanos, ha nacido nuestro salvador; alegrémonos. No puede haber lugar para la tristeza cuando acaba de nacer la vida, la misma que nos ha quitado el miedo de morir y nos infunde la alegría de la eternidad prometida… por tanto, reconoce cristiano tu dignidad y, puesto que has sido hecho partícipe de la naturaleza divina, no pienses en volver con un comportamiento indigno a las antiguas vilezas”.
Por último, en esta Navidad tengamos presente a aquel que todo lo dio por amor a nosotros: Jesucristo que es la plenitud de la Revelación de Dios (Rom 16,25), un tesoro incalculable, la “perla preciosa”(Mt 13,45-46), el Verbo de Dios hecho carne (Jn 1, 14), el “Camino, Verdad y Vida” (Jn 14, 6) de los hombres y mujeres, a quienes abre un destino de plena justicia y felicidad (Jn 10, 10). El es el único Liberador y Salvador que, con su muerte y resurrección, rompió las cadenas opresivas del pecado y la muerte, que revela el amor misericordioso del Padre y la vocación, dignidad y destino de la persona humana (Documento de Aparecida, 6).¡Feliz Navidad! Pbro. Lic. Humberto Tun Balam Pbro. Lorenzo A. Mex Jiménez
1 comentario:
Hola. Se habla mucho de consumismo en Navidad.
Este vídeo http://es.youtube.com/watch?v=tg7Gw6raN90 parte de un spot que hicieron diversas confesiones cristianas de Estados Unidos -la llamaron The Advent Conspiracy, la Conspiración del Adviento- para sensibilizar a la población contra el consumismo extremo y para favorecer un estilo de vida sobria, a la vez que se animaba a ser generoso en iniciativas sociales. Me ha gustado el mensaje positivo que trasmite. Quizá te guste.
Un saludo y Feliz Navidad
Santiago Chiva
Granada, España
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