Más de 20 familias del rumbo de La Socorrito, en la calle 54 con 87, dispusieron anoche de relleno negro, relleno blanco, escabeche, pib y tamales, para sus difuntos y las ánimas solas, en un evento que la familia Canto García y sus vecinos empiezan a convertir en una tradición en el Centro Sur de Mérida.
Los vecinos pusieron en las mesas aguardiente, xtabentún, cerveza y cigarros, según el gusto de sus seres queridos, en tanto otros hicieron el café, "como se tomaba antes", de tortilla quemada, y prácticamente todos pusieron atole, chocolate, un vaso de agua, naranjas, mandarinas, dulce de papaya o de nance, o yuca, y xek.
Algunas familias pidieron consejo a los más grandes para poner su altar del mejor modo posible y algunos más usaron internet. También hubo quien se puso la ropa típica yucateca, aunque fuera prestada. Pero sobre todo, los vecinos no olvidaron ser solidarios. La mayoría, pensó en las "ánimas solas".
"Son las ánimas que no tienen familiares, o que no les ponen altar", explicó la señora María Guadalupe Matos. También son bienvenidos, añadió. En efecto, a un lado de la mesa principal se dispuso de una mesa más pequeña, también con viandas, velas y agua, para las ánimas solas.
Luis Canto García, quien organiza la muestra y concurso de altares por tercer año consecutivo, junto con su familia, explica que que el objetivo es mantener la tradición y fomentar la amistad y la solidaridad entre los vecinos.
Su familia, propietaria de la tienda La Socorrito, instaló dos altares, uno en honor de sus seres queridos, y otro en recuerdo de uno de los difuntos más queridos de México, Pedro Infante, quien perdió la vida con la caída de su avión, en 1957, precisamente en la esquina de la calle 54 con 87.
El primer lugar del concurso del altares lo obtuvo la familia Burgos; las familias Centeno, Vargas y Molina, y la familia Vargas, obtuvieron sendos segundos lugares, y la familia Mendoza se quedó con el tercer sitio.
También se ofreció un espectáculo musical a cargo de un cantante, el Trío Despertar y el Mariachi Mérida 2000. En representación del diputado federal Raúl Paz Alonso acudió al evento su esposa, la señora Cecilia Patrón Laviada.
Canto García tuvo a su cargo la entrega de premios y al final obsequió a los presentes con pan de muerto y refrescos.
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