Después de las amarguras veremos la luz y seremos colmados revelo el párroco de este puerto Lorenzo A. Mex Jiménez en su mensaje pascual 2009 que ofició en el campo deportivo Hidalgo ante miles de porteños.
Dijo “Con un escenario inesperado ocasionado por los fenómenos climatológicos, hemos celebrado, como cada año, como una gran familia, los grandes acontecimientos de nuestra fe. Y hoy llegamos al momento culminante al unirnos a todo el mundo cristiano que se alegra al contemplar a Cristo que como sol refulgente disipa las tinieblas de la muerte y sale victorioso del sepulcro, no sin antes, como nos dice una Homilía muy antigua: “poner en movimiento a la región de los muertos” y decir a todos los que están encadenados: “salgan” y a los que estaban en tinieblas “sean iluminados” y a los que estaban adormilados “levántense, salgamos de aquí, porque ustedes y yo somos una sola cosa.
Hoy, el panorama mundial es preocupante. La globalización, la crisis económica y financiera ha impactado negativamente en todos los niveles de la sociedad de prácticamente todo el mundo. El Papa Benedicto en repetidas ocasiones se ha referido a esta crisis, a sus orígenes, consecuencias y soluciones: la globalización es un fenómeno complejo que posee diversas manifestaciones (económica, política, cultural, comunicacional…). Y como tal, privilegia el lucro y estimula la competencia, sigue una dinámica de concentración de poder y riquezas en manos de pocos y mantienen en la pobreza a una multitud de personas y como tal, comporta el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo. Por eso, la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios” (Documento de Aparecida # 60). No podemos pasar por alto el impacto de esta situación en la carestía, cierre de empresas, pérdida de empleos, inestabilidad económica, etc. Ante esta situación, nunca dejará de ser válida la recomendación de una vida austera y el hábito del ahorro, como estilos permanentes de vida para afrontar la actual crisis y prevenir futuras. El endeudamiento y el despilfarro con toda seguridad nos llevarán a situaciones de desesperación y angustia ante la imposibilidad de mantenernos en un nivel ficticio. Nuevos endeudamientos no hacen más que prolongar nuestras tensiones que repercuten en nuestra salud y ponen en riesgo nuestro presente y nuestro futuro.
No dejemos nuestra fe en la oscuridad y frialdad de un sepulcro, salgamos a la luz y llevemos la alegría y la esperanza de un presente y mañana mejor a quienes viven desesperados y desanimados, a quienes se sienten tristes y solos, a quienes ven con pesimismo la vida, a quienes desconfían de todo y de todos, a los apáticos e indiferentes, a los conformistas y flojos, a los aguafiestas y amargados. Un verdadero seguidor del resucitado, será siempre un hombre o una mujer que desborda felicidad y paz, es alguien que tiene la autoestima alta, transmite serenidad donde hay angustia e inseguridad, ama sin medida, da todo a cambio de nada, conserva siempre el buen humor aun en las contrariedades, es sencillo y libre, es luz que transforma la oscuridad, infunde y difunde alegría plena a todos.
Para terminar: era un domingo luminoso, porque era Pascua, una anciana vendía sus flores a la sombra de un árbol, sonreía gozosa, lo cual me hizo exclamar al instante: ¡Usted, señora, parece muy feliz!
– ¿Por qué no?, me respondió ella, si todo va muy bien.
Me extrañó su respuesta y le pregunté enseguida: ¿No tiene usted problemas?
– ¿Cree usted que a mi edad alguien no los tenga? Pero pienso en el día más trágico que ha tenido la humanidad, el viernes santo, y en lo que sucedió tres días después. Por eso cuando tengo un problema, sonrío, y espero el tercer día...
No te desanimes: ¡Vence al mal con el bien! Antes de concluir la ceremonia, se bendijo el agua y se encendieron las velas del fugo nuevo, lo que le dio mucha vistosidad al campo.
Dijo “Con un escenario inesperado ocasionado por los fenómenos climatológicos, hemos celebrado, como cada año, como una gran familia, los grandes acontecimientos de nuestra fe. Y hoy llegamos al momento culminante al unirnos a todo el mundo cristiano que se alegra al contemplar a Cristo que como sol refulgente disipa las tinieblas de la muerte y sale victorioso del sepulcro, no sin antes, como nos dice una Homilía muy antigua: “poner en movimiento a la región de los muertos” y decir a todos los que están encadenados: “salgan” y a los que estaban en tinieblas “sean iluminados” y a los que estaban adormilados “levántense, salgamos de aquí, porque ustedes y yo somos una sola cosa.
Hoy, el panorama mundial es preocupante. La globalización, la crisis económica y financiera ha impactado negativamente en todos los niveles de la sociedad de prácticamente todo el mundo. El Papa Benedicto en repetidas ocasiones se ha referido a esta crisis, a sus orígenes, consecuencias y soluciones: la globalización es un fenómeno complejo que posee diversas manifestaciones (económica, política, cultural, comunicacional…). Y como tal, privilegia el lucro y estimula la competencia, sigue una dinámica de concentración de poder y riquezas en manos de pocos y mantienen en la pobreza a una multitud de personas y como tal, comporta el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo. Por eso, la globalización debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios” (Documento de Aparecida # 60). No podemos pasar por alto el impacto de esta situación en la carestía, cierre de empresas, pérdida de empleos, inestabilidad económica, etc. Ante esta situación, nunca dejará de ser válida la recomendación de una vida austera y el hábito del ahorro, como estilos permanentes de vida para afrontar la actual crisis y prevenir futuras. El endeudamiento y el despilfarro con toda seguridad nos llevarán a situaciones de desesperación y angustia ante la imposibilidad de mantenernos en un nivel ficticio. Nuevos endeudamientos no hacen más que prolongar nuestras tensiones que repercuten en nuestra salud y ponen en riesgo nuestro presente y nuestro futuro.
No dejemos nuestra fe en la oscuridad y frialdad de un sepulcro, salgamos a la luz y llevemos la alegría y la esperanza de un presente y mañana mejor a quienes viven desesperados y desanimados, a quienes se sienten tristes y solos, a quienes ven con pesimismo la vida, a quienes desconfían de todo y de todos, a los apáticos e indiferentes, a los conformistas y flojos, a los aguafiestas y amargados. Un verdadero seguidor del resucitado, será siempre un hombre o una mujer que desborda felicidad y paz, es alguien que tiene la autoestima alta, transmite serenidad donde hay angustia e inseguridad, ama sin medida, da todo a cambio de nada, conserva siempre el buen humor aun en las contrariedades, es sencillo y libre, es luz que transforma la oscuridad, infunde y difunde alegría plena a todos.
Para terminar: era un domingo luminoso, porque era Pascua, una anciana vendía sus flores a la sombra de un árbol, sonreía gozosa, lo cual me hizo exclamar al instante: ¡Usted, señora, parece muy feliz!
– ¿Por qué no?, me respondió ella, si todo va muy bien.
Me extrañó su respuesta y le pregunté enseguida: ¿No tiene usted problemas?
– ¿Cree usted que a mi edad alguien no los tenga? Pero pienso en el día más trágico que ha tenido la humanidad, el viernes santo, y en lo que sucedió tres días después. Por eso cuando tengo un problema, sonrío, y espero el tercer día...
No te desanimes: ¡Vence al mal con el bien! Antes de concluir la ceremonia, se bendijo el agua y se encendieron las velas del fugo nuevo, lo que le dio mucha vistosidad al campo.
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