Que
tal amables lectores pues ya se está en este mes patrio y lo que resta para el
fin de año va que vuela, pues encima están las celebraciones de Hanal Pixan, Hallowen,
y luego viene el desfile del 20 de
noviembre y de ahí pal real, peregrinaciones, posadas, navidad noche buena y año nuevo.
Por
eso queremos comentar que este 15 se celebró en todo el país el 203 aniversario
de la Independencia, por lo que contagiados con ese ánimo llegamos a la plaza
vistiendo unos pantalones levis, con camisas chemise lacoste, tomamos coca
cola, comimos antes de la cena hot dog o hamburgesas (bonita independencia), y
luego fuimos a casa a celebrar eso si con cosas ya mexicanas como el pozole,
los sopes o huaraches y la mexicana alegría bien helada (chelas) los más
apegados a la tradición lo hicieron con
el famoso tequila y los caballitos y los más refinados o como dice el
populacho, los hijos de la revolución
con ron, brandy o whishys si aunque no lo sepan pronunciar ya tienen la
lana para comprar y apantallar y demostrar que son conocedores y de mundo.
Además
el 16 para completar, tomamos parte en el desfile cívico militar en el que el estado mexicano mostró todo el musculo al sacar a la marcha a
marinos, soldados y policías presumiendo armamento de grueso calibre como para
recordarnos que si nos queremos poner al brinco, luego luego nos aplacan con
chicas armitas si no pregúnteles a los maestros del CNTE que así fueron
desalojados de la plaza de la constitución
en la víspera del citado grito que fue dado por el mero mero de este país Enrique Peña Nieto
en medio de silbidos y muestras de rechazo del populacho que dicho en palabras
de los retoños del preciso somos “la
prole” a pesar de que hubo acarreados del estado de Hidalgo y de México, para que la cosa salga bonita, por cierto ese
estado, el de México es sede y cuna del famoso grupo “Atlacomulco” que dicen
los letrados en la grilla que no existe pero que junto con la “Nomenklatura
priista” pone y quita a presidentes del País, sino pregúntele al profesor
Carlos Hank Gonzales fundador y cabeza de dicho grupo para deleite y placer de
los mexicanos y la clase política priista que después de doce años de dejar de “mamar”
del sistema pues les ganaron los panuchos,
ya están de nuevo en el poder y con sus famosas reformas le están
haciendo la vida de cuadritos a los maestros con la educativa, con la
energética los izquierdosos
y mal pensados del Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) que encabeza el
Peje López Obrador y quienes dicen que
se le va a regalar a los cuates y a los
industriales y la clase media con la famosa reforma fiscal.
Dicho
lo anterior “¡Viva México!” y los
mexicanos que votaron por el regreso del
tricolor a los pínoles y por eso
gritamos una hora el 15 de septiembre,
para luego callarnos o ser callados el resto del año por el sistema que
nos rije.
Además
debemos decir que el clima de
inseguridad que priva en la nación ensombreció la celebración de
la Independencia ya que parece ser que la guerra contra el narco no se
ganará dentro de las reglas de la democracia.
Y si lo analizamos
bien pareciera que cada 100 años México tiene una cita con la violencia. Si
bien el denominador común de nuestra historia nacional ha sido la convivencia
social, étnica y religiosa, la construcción pacífica de ciudades, pueblos, comunidades
y la creación de un rico mosaico cultural, la memoria colectiva se ha
concentrado en dos fechas míticas: 1810 y 1910. En ambas, estallaron las
revoluciones que forman parte central de nuestra identidad histórica. Los
mexicanos veneramos a nuestros grandes protagonistas justicieros que todos fueron muertos violentamente: Hidalgo, Morelos, Guerrero,
Madero, Zapata, Villa,
Carranza. Pero, por otra parte, ambas guerras dejaron una estela profunda de
destrucción, tardaron 10 años en amainar, y el país esperó muchos años más para
reestablecer los niveles anteriores de paz y progreso.
En este 2013,
México no confronta una nueva revolución ni una insurgencia guerrillera como la
colombiana. Tampoco la geografía de la violencia abarca el espacio de aquellas
guerras ni los niveles que ha alcanzado se acercan, en lo absoluto, a los de
1810 o 1910. Pero la violencia que padecemos, a pesar de ser predominantemente
intestina entre las bandas criminales, es inocultable y opresiva. Se trata, hay
que subrayar, de una violencia muy distinta de la de 1810 y 1910: aquellas
fueron violencias de ideas e ideales; esta es la violencia más innoble y ciega,
la violencia criminal por el dinero.
Esa es nuestra
solitaria realidad. Y, sin embargo, la noche del 15 las plazas en todo el país se llenaron de luz,
música y color. La gente vio los fuegos
artificiales y los desfiles, se escuchó al presidente tañir la campana simbolizando al
cura Miguel Hidalgo, y gritar con júbilo “¡Viva México!”. Así se vivió el 15 en
caso todo el país pero la realidad para
todos los mexicanos es otra.
Y nos vemos en
la próxima entrega.
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