Las mujeres son necesarias, hoy más que nunca, como trabajadoras y como ciudadanas. A diferencia de otras crisis, en las que también se presionó a las mujeres para retirarse del mercado de trabajo, hoy están preparadas para resistir. Han adquirido derechos civiles y un alto grado de formación. Han demostrado suficiente competencia para desempeñar todo tipo de profesiones, para dirigir bancos y países, para participar en todos los deportes y actividades. Muchas familias dependen de los salarios femeninos y, además, las mujeres desempleadas tienen mayor nivel educativo que los hombres desempleados.
Por otro lado, los hombres son necesarios más que nunca para arrimar el hombro en las tareas de cuidado. Hoy, a diferencia de otras épocas, sabemos que ninguna diferencia biológica justifica la exclusión de las mujeres del empleo y del ocio, ni la de los hombres del trabajo doméstico.
No son razones económicas las de su marginación; al contrario, es precisamente esa marginación la frivolidad que la economía y la sociedad no se pueden permitir. El modelo de familia ‘sustentador masculino/esposa dependiente’ se ha revelado como una trampa para las mujeres y para todas las personas. Más aún, está demostrado que en todo el mundo el acceso de las mujeres a la educación, al empleo y a los ingresos, impulsa enormemente el bienestar de las familias y el desarrollo de los países.
La igualdad de género es clave para aprovechar el capital humano de las mujeres y el potencial cuidador de los hombres; para el buen funcionamiento de los mercados de trabajo; para el cambio a un modelo tecnológicamente avanzado; para una mejor organización de la producción que no se base en la especialización de las mujeres en el trabajo doméstico; para combatir la superpoblación, el envejecimiento poblacional y la pobreza en todo el mundo; para el mantenimiento del medio ambiente. En definitiva, la igualdad de género es crucial para el cambio a un desarrollo mundial equilibrado y sostenible.
Las autoridades nacionales e internacionales han reiterado que la igualdad de género es una apuesta justa y económicamente rentable. En lugar de volver a los esquemas del pasado, ahora tienen, más que nunca la responsabilidad de actuar en consecuencia.
Las mujeres se merecen el mayor respeto y todo el apoyo necesario para el desarrollo de sus facultades y la verdad debemos dar gracias a las mujeres que son un factor de equilibrio en todos los aspectos fundamentales de la vida en común.
Por otro lado, los hombres son necesarios más que nunca para arrimar el hombro en las tareas de cuidado. Hoy, a diferencia de otras épocas, sabemos que ninguna diferencia biológica justifica la exclusión de las mujeres del empleo y del ocio, ni la de los hombres del trabajo doméstico.
No son razones económicas las de su marginación; al contrario, es precisamente esa marginación la frivolidad que la economía y la sociedad no se pueden permitir. El modelo de familia ‘sustentador masculino/esposa dependiente’ se ha revelado como una trampa para las mujeres y para todas las personas. Más aún, está demostrado que en todo el mundo el acceso de las mujeres a la educación, al empleo y a los ingresos, impulsa enormemente el bienestar de las familias y el desarrollo de los países.
La igualdad de género es clave para aprovechar el capital humano de las mujeres y el potencial cuidador de los hombres; para el buen funcionamiento de los mercados de trabajo; para el cambio a un modelo tecnológicamente avanzado; para una mejor organización de la producción que no se base en la especialización de las mujeres en el trabajo doméstico; para combatir la superpoblación, el envejecimiento poblacional y la pobreza en todo el mundo; para el mantenimiento del medio ambiente. En definitiva, la igualdad de género es crucial para el cambio a un desarrollo mundial equilibrado y sostenible.
Las autoridades nacionales e internacionales han reiterado que la igualdad de género es una apuesta justa y económicamente rentable. En lugar de volver a los esquemas del pasado, ahora tienen, más que nunca la responsabilidad de actuar en consecuencia.
Las mujeres se merecen el mayor respeto y todo el apoyo necesario para el desarrollo de sus facultades y la verdad debemos dar gracias a las mujeres que son un factor de equilibrio en todos los aspectos fundamentales de la vida en común.
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